Se está organizando una Conferencia que será dictada por dos docentes y un ingeniero agrónomo de la Escuela Técnica Monseñor "Vicente Zaspe" de Emilia en la prov. de Santa Fe que ha trabajado en un proyecto de reciclado de residuos urbanos y aprovechamiento para la producción de gas metano que se utiliza en la misma institución escolar. A continuación reproducimos un artículo publicado en el portal de noticias de la Universidad Nacional del Litoral para graficar la importancia del trabajo llevado a cabo por este equipo profesional.
Biodigestores, la otra solución para la basura
Reciclan basura y la transforman en energía. En localidades vecinas funcionan desde hace años. Especialistas de la UNL creen que con este sistema Santa Fe también podría tratar los residuos orgánicos que genera y a la vez producir hasta 12.500 metros cúbicos de biogás por día.
Martes 15 de mayo de 2007 a las 05:19 2' 49
La conocida experiencia de Emilia, una localidad ubicada a 75 kilómetros al norte de esta capital, es un ejemplo en la producción de combustibles renovables y limpios. Desde hace cuatro años, funciona allí un biodigestor capaz de reciclar 250 kilos de basura orgánica (toda aquella que puede descomponerse: restos de comida, cáscaras de verduras) por día, y transformarla en aproximadamente 25 metros cúbicos de biogás, lo que equivale a 12 kilos de gas envasado, exactamente la cantidad que usa la Escuela Agrotécnica Monseñor Zaspe de esa localidad cada jornada.Si los números se multiplican según la cantidad de habitantes de nuestra ciudad, la cifra resulta elocuente: a 500.000 habitantes, Santa Fe podría producir 12.500 metros cúbicos de biogás todos los días, y a la vez tratar los residuos orgánicos que genera. Todo sin gastar otra energía que la que genera la propia planta.El Grupo de Energías No Convencionales que funciona en la Facultad de Ingeniería Química (FIQ) de la Universidad Nacional del Litoral (UNL) se encargó de asesorar en la construcción del biodigestor de Emilia (que se construyó gracias a la gestión del Rotary Club Los Constituyentes, y con financiamiento de la Fundación Rotaria) y de otros similares en el país. “Nosotros hacemos el aporte tecnológico: los proyectos y la asistencia para la puesta en marcha”, dijo el Ing. Eduardo Groppelli; responsable del Área de Biogás en ese grupo.
En todas partes En Humberto Primo y La Criolla, también en esta provincia, se llevan a cabo experiencias similares a las de Emilia, con singular éxito; y este año volverá a funcionar un biodigestor en Gobernador Crespo. A fines de 2004 se puso en marcha en la Fundación Proteger un equipo que abastece las propias necesidades, como también un Centro de Capacitación en Tecnologías Socialmente Apropiadas, donde periódicamente se realizan cursos sobre esta temática también con el asesoramiento técnico de los especialistas de la FIQ.“Los desarrollos crecerán en magnitud, en la medida que se logre financiamiento para mayores emprendimientos”, indicó Groppelli. Y aprovechó para subrayar que la alternativa de la biodigestión puede ser llevada a grandes conglomerados, como ya ha ocurrido en grandes centros urbanos del mundo. “En Barcelona –contó Gropelli- funcionan los llamados Ecoparques, donde están instalados biodigestores que reciclan la basura de toda el área metropolitana”. Si bien en la ciudad de Santa Fe sólo funcionan hasta ahora “tres o cuatro experiencias demostrativas, el sistema puede funcionar a gran escala. Muchos creen que sólo puede emplearse en comunidades chicas, pero no es así: cuanto más grande es la escala de aplicación más se mecaniza, más se automatiza y más conviene”, agregó el especialista.
Gestión Integral de Residuos Además de resolver el problema de los residuos, el equipo que funciona en Emilia abastece de biogás a la Escuela Agrotécnica (produce 12 metros cúbicos de biogás por día) y genera abono que se utiliza en una plantación de frutales, ubicada exactamente al lado de estas instalaciones. “Si uno lo analiza, el círculo cierra perfectamente: se recicla la basura, el biogás es utilizado por la escuela y el abono va a los árboles”, contó Gropelli. Los gastos de instalación (unos 45 pesos por habitante) se amortizan después de 6 años de la instalación del equipo, que casi no tiene mantenimiento.
Lo que sí se requiere es que la población separe los residuos entre orgánicos e inorgánicos. “Eso es parte de una buena gestión de residuos, y no es nada complicado -dijo Groppelli-. Así como la gente se acostumbró a parar en el semáforo rojo, se puede acostumbrar a separar los residuos”.